Elena Poniatowska Writer Mexico City, Mexico La ficción y la realidad I Yo he sido esencialmente escritora y periodista desde el año de 1953, en que me inicié con entrevistas y reportajes y crónicas y ahí trato de responder a las preguntas obligadas del periodismo que son ¿Cómo?, ¿Dónde?, ¿Cuándo? y ¿Por qué? Lo que sucede es que en la ficción yo puedo inventar lo que yo quiera y además creo que en la ficción tengo más tiempo para trabajar en ella y para reflexionar que cuando estoy haciendo reportajes o entrevistas que tengo que entregar al día siguiente al jefe de redacción del periódico. Lo que sucede en México, y supongo que en otros países de América Latina, es que la realidad es muy fuerte. La realidad se traga la ficción. Creo que no ha habido una novela más impactante o más fuerte que aún no se escribe en México pero sí se encuentra en todos los periódicos, como [la historia] del asesinato de Luis Donaldo Colosio en el sexenio pasado, candidato oficial del PRI, y también [la historia del] otro asesinato, el de José Francisco Ruiz Massieu que era secretario del PRI. A raíz de esos dos asesinatos, y después del desprestigio total del PRI, hay una novela que es mucho más poderosa que cualquier ficción. Es una tragedia Shakespeariana en que Colosio es asesinado, su mujer muere, Diana Laura, se quedan los dos hijos pequeños solos. Todo esto es una tragedia que aun no ha sido escrita en ficción pero que desde luego existe en la realidad y que podría leerse como un folletín en los periódicos, para el estudioso que tiene ganas de leer algo muy excitante y muy entretenido. La ficción y la realidad II La realidad en América Latina se mete dentro de las casas. Es muy difícil que un escritor se dedique a escribir lo que llaman los franceses "una roman nouvelle"--una nueva novela al estilo de Nathalie Sarraute o de [Alain] Robbe-Grillet--porque no hay de donde hacer eso. No se pueden estar examinando los propios sentimientos, el hastío, o la aburrición, porque lo que sucede afuera es tremendamente demandante. Puede uno estar en su casa frente a la mesa de trabajo escribiendo pero de repente afuera hay un terremoto como en 1985 y es muy difícil seguir dentro de la casa y no ocuparse de lo que sucede afuera, es decir, de lo que le está sucediendo a millones de gentes. En México hay que pensar que murieron casi veinte mil personas durante el terremoto del 19 de septiembre de 1985. Por eso le digo que la realidad se mete adentro de las casas y se traga la imaginación y aveces hasta la capacidad creadora de los escritores. Por eso, muchos escritores para escribir se van fuera de México. ¿Es distinto México? México es distinto, porque los escritores, por ejemplo son muy requeridos--tienen que opinar sobre todos los temas. Yo nunca he sabido que a William Styron o a Susan Sonntag le pregunten cada cinco o seis días sobre algún tema referente a la política. Esto no se acostumbra; aquí, todo el tiempo el escritor, e incluso el pintor. Ahora lo que sucede es que a los escritores, a Carlos Fuentes, por ejemplo, igual que a García Márquez en Colombia, e igual se le pidió también a Octavio Paz, se les ofreció incluso la presidencia de la república. Es decir, apenas destaca un hombre o una mujer, pero sobre todo un hombre, apenas destaca poquito, en cierta forma le cortan la cabeza y se vuelve como dice el dicho popular "ajonjolí de todos los moles." Tiene que estar en todo, tiene que opinar sobre la política, sobre el diputado, sobre los desordenes que comete la policía, en fin las peticiones civiles. Yo creo que hay escritores que se pasan todo el día respondiendo por teléfono a los periodistas que los involucran en los asuntos políticos del país y muchas veces opinan, opinamos, de lo que no sabemos, porque no podemos estar al tanto de todo lo que sucede, sobre todo en cosas tan complejas como es la política mexicana. Desde luego, en el caso de 1968 cuando hubo la matanza del 2 de octubre de la noche de Tlatelolco, todos mis artículos fueron rechazados por los periódicos porque había la orden presidencial de que no se podía decir una sola palabra sobre este crimen. ¿Historia o propaganda? En general, yo creo que las mujeres escritoras en América Latina han tenido mucho menos reconocimiento que los hombres escritores. No hay nunca una mujer dentro del boom famoso latinoamericano en el que estaban, pues desde luego Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos. Nunca se ha visto el nombre de una mujer. La única mujer que ha tenido un éxito, que no es lo que llamaría los franceses también "succes d'estime" (no es un éxito de crítica, pero sí es un éxito enorme de público), ha sido la chilena, norteamericana ahora, Isabel Allende. Pero en general las mujeres, el nombre de las mujeres ha sido totalmente olvidado. Recuerdo que hace años en el periódico francés, L'Expresse, yo vi una lista de premios Nobel del mundo, y sobre todo premios Nobel latinoamericanos, y las únicas que no aparecían eran Gabriela Mistral que había sido premio Nobel en Chile antes que Pablo Neruda. Entonces hay una discriminación hacia las mujeres y la ha habido dentro de la historia a través de los años. No se puede soslayar u olvidar que finalmente el mayor poeta mexicano, y eso lo dijo Octavio Paz, es una mujer, es una monja, Sor Juana Inés de la Cruz, que jamás ha sido superada en ninguno de los siglos, claro aunque ella pertenece al siglo XVII. Un ejemplo Jesusa [Palancares, de mi libro HASTA NO VERTE, JESUS MIO] es una soldadera, es una mujer que está con los soldados--es decir, sigue a la tropa con los soldados. En general se llama soldadera porque cuida el sueldo que recibe el soldado que en aquella época durante la revolución se llamaba la soldada, por eso de ahí el nombre de soldadera. La soldadera era una mujer considerada por otras, casi como una prostituta. Era mal juzgada y mal vista, pero en una forma injusta. Yo creo que sin las soldaderas abrían desertado todos los soldados y no habría habido Revolución Mexicana. Lo mismo sucedió durante la guerra civil de España en 1936. Los soldados, los republicanos, que no estaban acostumbrados a pelear, en las noches regresaban a sus casas en Madrid a dormir en el lecho con su mujer. Las soldaderas hicieron todo por los soldados. Les daban calor de hogar. Les preparaban la comida, incluso tenían a sus hijos ahí mismo en el campo de batalla, claro a un lado del campo de batalla. Cuando los soldados morían, su soldado, ellas tomaban el mauser, el rifle, y disparaban. Jesusa fue una de estas mujeres. Creo que a raíz de la publicación del libro, ha sido vista mucho mejor la soldadera durante la Revolución Mexicana y ha habido ahora festivales dedicados a las soldaderas y se habla de las soldaderas con una enorme simpatía, cosa que no sucedía antes. Antes se les llamaba galletas de capitán y se les consideraba muy mal. Eran mujeres pobres y mujeres realmente admirables. Hubo después otros libros de testimonios de mujeres contando sus vidas, se hizo en la universidad, creo en Michoacán. Se hicieron otros relatos de vida, como se llaman, de mujeres que contaban sus propias experiencias y yo misma a raíz de mi libro [sobre Jesusa], me han pedido que haga otros libros. He tenido muchísimas solicitudes de personas que me piden que por favor haga un libro sobre incluso ellas mismas--"Por favor escribe un libro sobre mi vida porque mi vida es fascinante." La gente de repente se siente revalorada.